Comentario
Los asentamientos en torno a los jefes aristocráticos, junto con el aprovechamiento de lugares de tradición micénica, favorecen la tendencia a la identificación con un pasado conservado y rehecho en la tradición oral. Los mitos y leyendas cobran nueva vida. En los nuevos centros de Asia Menor o las islas es donde recibieron su última forma los poemas homéricos y allí fue también donde se propagó el panhelenismo como forma de potenciar la identidad con los pueblos de la península europea. Pero allí también se formaron mitos de fundaciones y leyendas propias que afectaron principalmente a las genealogías. Dada la enorme trascendencia que tendría la colonización jónica para las islas y las ciudades de Asia Menor, para Eubea y para Atenas, acerca de las migraciones correspondientes existen ciclos completos y variantes que afectan a los aristócratas atenienses que se consideraban vinculados a los primeros inmigrantes de Pilos, en Mesenia, que habían huido de los Heraclidas, y a las ciudades fundadas, como Mileto, a donde acudiría un nuevo Neleo, antepasado de ilustres familias aristocráticas.
También los de Colofón, según el poema "Esmirneida", escrito por el poeta Mimnermo de Colofón, de fines del siglo VII, se consideraban descendientes de Neleo. Eran cantos a las hazañas del pasado que justificarían la actual conquista de Esmirna, sobre la base de la virtud guerrera de los primeros navegantes que llegaban junto a sus basilei. También los espartanos acudían a las antiguas hazañas de los hijos de Heracles en Mesenia, cuando, a través del poeta Tirteo, se exhortaban para la batalla en la segunda guerra mesénica, de la época arcaica. Algunas rivalidades provocaron incluso versiones diferentes en las leyendas más respetables, como la de la guerra de Troya. Atenienses y lesbios se disputaban el control del Helesponto y en esa disputa se involucraban las interpretaciones que hacían intervenir a los hijos de Teseo en la guerra. Lesbos por su parte había llevado a cabo una profunda colonización hasta Ténedo, que utilizaba como modo de competir con la tradición jónica representada por Atenas.
Otros lugares del Egeo, como Quíos y Eritras, suelen relacionarse, en cambio, más bien con viajes procedentes de la isla de Eubea, en una época en que se conocen los viajes euboicos que los llevan hasta las costas orientales del Mediterráneo y en que se hace cada vez más clara la existencia de contactos productivos con Atenas, traducidos en innovaciones comunes y en actividades renovadoras. De hecho, los viajes a Chipre y la fundación de Salamina potencien la vinculación de los Ayantes con el pasado de la isla.